Hace unos años hice un máster y en una de las asignaturas tuvimos que elaborar un proyecto y "venderselo" a los demás. Aprovechando mis conocimientos en otro sector, busqué algo que fuera mínimamente viable. En este caso, un software profesional para unas funciones determinadas, inspirado en otro similar que ya existe. Pregunté a gente que sabía del tema y planteamos un proyecto con cierta sustancia.
Cuando llegó el momento de las presentaciones hubo un poco de todo, pero dos aspectos me preocuparon:
Por un lado, el proyecto que más éxito tuvo entre los asistentes era el más espectacular (incluía microchips, energías renovables, comercio ético, beneficios sociales...) pero era físicamente imposible y me quedó bastante claro que no tenían apenas idea de lo que hablaban.
Por otro, prácticamente nadie hacía preguntas pertinentes, y, además, cualquier pregunta "difícil" o que cuestionase la viabilidad del proyecto se interpretó como hostil.
Cuando llegó el momento de las presentaciones hubo un poco de todo, pero dos aspectos me preocuparon:
Por un lado, el proyecto que más éxito tuvo entre los asistentes era el más espectacular (incluía microchips, energías renovables, comercio ético, beneficios sociales...) pero era físicamente imposible y me quedó bastante claro que no tenían apenas idea de lo que hablaban.
Por otro, prácticamente nadie hacía preguntas pertinentes, y, además, cualquier pregunta "difícil" o que cuestionase la viabilidad del proyecto se interpretó como hostil.
Fue una experiencia interesante.