¿Puede una simple línea de código cambiarlo todo? En el mundo del desarrollo de software, la respuesta es un rotundo sí, y el Kernel de Linux acaba de demostrarlo. Con un solo ajuste, el rendimiento en ciertas tareas individuales se disparó un impresionante 3888,9%. Este cambio no solo resalta el poder de la optimización, sino que también cuestiona la idea de que el hardware es el único responsable de la velocidad.