La singularidad sociológica de la colonia del sol hueco

— ¿Nadie entiende, pues, las implicaciones de este teorema? - preguntó el viajero.

— Nadie de Brea; sospecho que tampoco nadie de la Tierra - contestó el robot de soporte, con ciertos aires de suficiencia.

Había en la colonia más de setecientos mil millones de hombres y mujeres, cada uno de ellos trabajando en diversas investigaciones, unas más nimias que otras, y en los más variopintos campos categoriales sin cierre: biología sintética, geometría temporal, axiología jurídica artificial, nutrición genómica, matemática de base continua y un sinfín de especialidades.

El engranaje científico lo engrasaban complejos middlewares que conectaban sistemas emergentes de minería de axiomas y motores inteligentes de búsqueda. Todo el conocimiento de la colonia estaba almacenado en un gigantesco sistema distribuido de gestión de axiomas híbridos llamado Episteme, con innumerables axiomas formales e informales que los breanos llamaban verdades y un número finito pero incontable de relaciones entre los mismos.

Y nadie era ya, por sí solo, capaz de entender ningún campo categorial. Nadie entendía las complejas teorías diacrónicas que explicaban el comportamiento fractal del tiempo, sin embargo sus fórmulas se usaban para realizar los cálculos que permitían a los espejos de gravitondas de la planta de energía del horizonte de sucesos sincronizarse perfectamente en órbita, optimizando la recolección de energía para Brea.

No había ninguna inteligencia artificial con intencionalidad en Brea, según postulaba la traducción al lenguaje humano de una Verdad descubierta hace siglos en la colonia; así que el viajero ignoró sin más el tono pedante del robot de soporte, y continuó su entrevista:

— Pero el equipo que haya desarrollado este teorema entenderá lo que hace, su utilidad práctica ¿cierto?

— Este teorema es fruto de milenios de investigación sintética de la colonia. Su utilidad práctica es sólo potencial - respondió el robot.

— ¿Potencial?

— Actualmente no es útil más allá de su potencial uso. Hay millones de verdades en Brea y quintillones de relaciones válidas entre ellas, que han sido probadas y validadas manualmente a lo largo de los últimos milenios. Nunca se sabe si una nueva Verdad podrá sernos útil: si es simplemente una Verdad residual, algo que nadie nunca usará para algún fin práctico, o una Verdad última, algo que no puede usarse para construír nuevas verdades. Si bien, no existe ningún mecanismo para distinguirlas. Simplemente se almacenará meticulosamente en nuestra Episteme, la huella de la Verdad contiene toda la información necesaria para poder acceder a ella y usarla en nuevas investigaciones, si llega a ser preciso.

— ¿Qué es la huella?

— Toda Verdad nueva no es más que el fruto de sus relaciones con otras verdades, las relaciones deben ser congruentes con el lenguaje axiomático de Episteme. La nueva Verdad contiene una huella en nuestra Episteme que la describe en función de las relaciones que la conforman. Una analogía, para que usted lo entienda: — la cadencia de la voz del robot, que brotaba de sus cuerdas vocales sintéticas, se volvió de nuevo pedante — del mismo modo que en nuestro lenguaje, en el contexto meteorológico, la palabra Viento no es más que la relación entre Aire y Movimiento, una Verdad en nuestra Episteme no es más que un conjunto de relaciones válidas entre distintas verdades. La huella es la descripción de estas relaciones.

— ¿Una Verdad es sólo un conjunto de relaciones?

— Así es. No hay nada más que relaciones y verdades en nuestra Episteme. Y toda Verdad siempre se relaciona con, al menos, otra Verdad, que a su vez, está compuesta de otras relaciones.

— Pero si toda Verdad siempre es un conjunto de relaciones de otras verdades, debe haber al menos una Verdad que no esté conformada por ninguna otra Verdad: una Verdad primigenia, ¿cierto?

El robot le dio una última calada a su cigarro y lo apagó contra sus haraposos pantalones. Se tomó un momento para mirar al cielo de cegador brillo de Brea mientras le respondía al viajero y exhalaba el humo:

— Sólo existe una Verdad libre de huella epistémica: Dios es.