Siete de agosto de 2008 (Microrrelato dadaista.)

El dadaismo canalizado transforma lo menos obvio en grosero y lo oscuro en la esencia misma de lo hermético.

La confusión, inherente a los conceptos, desplaza el sentido racional de las palabras, convirtiéndolas en hechos cuestionables de la sinrazón coherente, y la misma incomprensión de los hechos los convierte en verdades azarosas. Como la misma sustancia de la permeable realidad, medida en porcentajes aleatorios de síes y noes.

La pérdida del orden, del núcleo de los acontecimientos en una realidad centrada en la percepción personal de las cosas, conceptos y hechos, y con la intención última de interpretar el orden como forma de orden, nos lleva irremisiblemente a sólo poder entender lo que no es hermético.

De ahí que nos movamos entre el desconocimiento y el miedo, la ignorancia y la fe ciega, entre el orden forzado y la simpleza de significados, y manejados por ellos a través de otros mecanismos de comprensión vivamos en un mundo recreado con la imaginación, excluyéndonos de la inhibición del orden frente a un caos fundamental, paciente y multiversal.