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Robo magistral
Logro: Ganar a la protagonista hallando lo robado más rapido.
"Mi próximo hurto alcanzará una cota mundial. Todos notarán su falta cada día, mas ninguno dará con lo robado"
La comisaria Miranda tomó su silla; días atras su oficina no había cambiado nada, ahora todo mutó a algo distinto, singular. La famosa ladrona "La Gata" había cumplido su aviso: algo faltaba y no lo distinguía ni Miranda ni ningún policía.
Miranda sacó su pluma, las palabras fluían con agilidad. Cuando lo apuntado ya cumplía varios folios saturados con pistas, barruntos y corazonadas, Miranda comprobó con fría amargura cada fracaso suyo contra la Gata. Al principio robó su ilusión para atraparla dada su habilidad con la diplomacia y la manipulación; todas sus trampas para lograr cazarla acababan frustradas. Mas sus ganas para atrapar a "La Gata" significaba poco comparado con otro ardid mucho más ruín, robó su sonrisa.
La comisaria abrió los ojos como dos platos, inmóvil, con su mano alzada tras los folios. La pluma manó una gota, marcando la última anotación como una lágrima.
—¡García! —gritó Miranda con júbilo—. ¡García, acuda aquí por favor!
—¿Llamó, comisar... —García calló por la admiración— ¡Miranda, su sonrisa!
—Ah, ¿la ha visto? Muy agudo, García —Miranda irradiaba alborozo—. Disfruto con su sagacidad.
Miranda mostró las notas a García, al principio no logró localizar nada distintivo. Cuando Miranda indicó lo sustraído incluso Garciá lo vio claro, obvio.
—¿Acaso soy un tarado? —suspiró pasmado García—. ¡Un hallazgo magnífico, comisaria!
—Haga un comunicado, García —indicó Miranda—. Mañana no habrá kiosko sin la fabulosa noticia.
Al día próximo, como dijo Miranda, no hubo tablón sin la noticia a página uno: "La comisaria Miranda captura a La Gata: Localiza su sonrisa y la vocal E".
"Mi próximo hurto alcanzará una cota mundial. Todos notarán su falta cada día, mas ninguno dará con lo robado"
La comisaria Miranda tomó su silla; días atras su oficina no había cambiado nada, ahora todo mutó a algo distinto, singular. La famosa ladrona "La Gata" había cumplido su aviso: algo faltaba y no lo distinguía ni Miranda ni ningún policía.
Miranda sacó su pluma, las palabras fluían con agilidad. Cuando lo apuntado ya cumplía varios folios saturados con pistas, barruntos y corazonadas, Miranda comprobó con fría amargura cada fracaso suyo contra la Gata. Al principio robó su ilusión para atraparla dada su habilidad con la diplomacia y la manipulación; todas sus trampas para lograr cazarla acababan frustradas. Mas sus ganas para atrapar a "La Gata" significaba poco comparado con otro ardid mucho más ruín, robó su sonrisa.
La comisaria abrió los ojos como dos platos, inmóvil, con su mano alzada tras los folios. La pluma manó una gota, marcando la última anotación como una lágrima.
—¡García! —gritó Miranda con júbilo—. ¡García, acuda aquí por favor!
—¿Llamó, comisar... —García calló por la admiración— ¡Miranda, su sonrisa!
—Ah, ¿la ha visto? Muy agudo, García —Miranda irradiaba alborozo—. Disfruto con su sagacidad.
Miranda mostró las notas a García, al principio no logró localizar nada distintivo. Cuando Miranda indicó lo sustraído incluso Garciá lo vio claro, obvio.
—¿Acaso soy un tarado? —suspiró pasmado García—. ¡Un hallazgo magnífico, comisaria!
—Haga un comunicado, García —indicó Miranda—. Mañana no habrá kiosko sin la fabulosa noticia.
Al día próximo, como dijo Miranda, no hubo tablón sin la noticia a página uno: "La comisaria Miranda captura a La Gata: Localiza su sonrisa y la vocal E".
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