El huraño bodeguero

Llevo meses sin hablar con nadie o puede que sean años, no recuerdo el último calendario que compré. Ahora solo me interesan las uvas y el vino.

Las uvas me mantienen entretenido y ocupado durante el día. Yo me encargo de todo el proceso, desde plantarlas, regarlas y cosecharlas hasta llevarlas al lagar que tengo en mi almacén y convertirlas en vino. Ahí paso las tardes chafando las uvas para hacer el vino que me ayuda a sobrevivir tanto financieramente cómo emocionalmente.

Durante la noche lo único que me salva de la soledad y la desesperación es mi mejor amigo, el más querido, al cual amo cómo un hijo. Mi vino casero; hecho con mis propias uvas, él me ayuda a aguantar cada día y mantenemos una relación de íntima amistad durante muchos años.

Ya estoy mayor y creo que debo cambiar esta dinámica que me está llevando a comportarme cómo un huraño bodeguero, tanto tiempo sin compañía humana me está volviendo loco. Creo que iré a la ciudad a hacer algún amigo y quizás a conocer alguna mujerzuela.

Al llegar veo un cartel en un bar que dice “Bar La Guitarra”, no recuerdo la última vez que escuché música en directo. Al entrar veo a un montón de posibles amigos nuevos, ya no me acordaba de que existían más cosas aparte de mi granja y mis vides. El camarero me los presentan, se llaman: Cerveza, Vino tinto, Vino blanco, Brandy, Whisky, Vodka, Tequila…