El chulo de empresa

Si tiene un problema en su empresa, acuda a mí. Yo soy su hombre, sin discusión.

Si los resultados de su empresa peligran, si quiere cerrar para marcharse a las Bahamas, si tiene lo bastante para vivir pero no hay quien quiera comprar su empresa con esos empleados caducos, cargados de derechos conquistados en no sabe qué batalla, venga a verme.

Si lo que más le pesa es lo que va a tener que pagar por el despido de sus trabajadores, si se siente casado con sus operarios por un sacerdote más férreo que Torquemada, no lo dude: coja el teléfono, ponga en un cajón la quinta parte de lo que le costaría ese despido y llámeme.

Yo soy su remedio. Yo soy la luz, la verdad y la vida de la empresa moderna, el pantocrator de las relaciones laborales, la Biblia de los patronos escocidos, el Corán de la CEOE, el Kybalion de las gráficas ascendentes, el Ocón de Oro de los callejones sin salida.

Por un módico precio, seré su empleado. Déme de alta en la seguridad social, un sueldo cualquiera, y póngame a trabajar junto a ese obrero que tanto le molesta.

En pocos días, me habré cagado en su padre ciento ocho veces, le habré pisado el juanete, le meteré un dedo en el ojo, trataré de acostarme con su mujer si está buena y con él si está soltero. Antes de dos meses, me comprometo, y me comprometo por escrito, a darle tres docenas de pescozones, llamarle marica en público, cornudo en privado e impotente por escrito.

Antes de dos meses, y me comprometo por escrito, ese trabajador al que usted no quiere pagarle la indemnización por despido, a razón de miricientos días por año trabajado, se habrá enzarzado conmigo en una pelea que contemplarán alborozados los demás currantes.

No valgo media mierda. Me van a partir la cara, y bien además, pero tengo una capacidad de recuperación asombrosa. Mi tejido conjuntivo es mi capital social. Soy el rey de la cicatriz. Usted tranquilo.

No se preocupe por nada: limítese a aparecer en medio de la pelea y despedirnos a los dos. Los demás trabajadores testificarán que de verdad nos molimos a palos, y como nos hemos peleado en el centro de trabajo, el despido será procedente. Y gratuito.

Rápido. Cómodo. Sencillo. Eficaz.

Llame a su chulo de empresa y llámelo ya. No espere más. Cada segundo le cuesta un minuto.

Llame a quien encaje las bofetadas por usted y le ahorre dinero. El negocio es seguro.

Llame a su chulo de empresa ya.

560 487 034

Garantizado.

Si no queda satisfecho le devolvemos su mala hostia.