Cuatro plumas y un relato (2): El club de los suicidas involuntarios [+18]

ÚLTIMA HORA (Breve)

Un mensajero cae desde la azotea del edificio de nuestra redacción. Los servicios médicos han apuntado que se encuentra con pronóstico reservado y ya ha sido trasladado en una ambulancia medicalizada hasta el Hospital Martínez de Lesma. A medida que se amplíe la información seguiremos informando desde esta redacción.

Subscríbase a Prensa Nueva News. Siempre al servicio de la noticia.

Mientras Javi redactaba la noticia y la colgaba en la web del periódico sin esperar a que el Redactor Jefe le diera el visto bueno... “que hubiera estado aquí en lugar de estar trasegando carajillos de menta”, pensó Javi mientras le daba al botón de publicar, seleccionando que fuera a portada, en un lateral y con letras rojas parpadeantes las palabras “ÚLTIMA HORA” del encabezado. Mientras Javi se peleaba con la aplicación de publicación, Ramón había aprovechado para colarse en el cubículo de la fotocopiadora... y sin mirar el contenido, había hecho fotocopias de lo que había en el sobre. Dobló los folios y se los guardó en el bolsillo de la roñosa chaqueta que usaba en invierno y en verano.

Al poco, entraron en la redacción dos policías uniformados, preguntando si habían visto algo, las pesquisas habituales. Javi respondió que el mensajero había dejado un sobre y que se había marchado, que sólo lo había visto Anita, pero que como iba con casco no sabría decir qué aspecto tenía. Anita añadió que preguntó por Ramón y que como no estaba dejó un sobre en su mesa. Los policías tomaron nota, pidieron los DNI de todos para anotar sus nombres, pura rutina... Ana María Dueñas Marqués, Ramón Rialto Buendía y Javier de la Calle Gómez. A las preguntas de quién era el Redactor Jefe y dónde se encontraba se encogieron de hombros, diciendo que José Carlos solía llegar más tarde, añadiendo con sorna que se encontraría reunido en el bar de la esquina, en “Casa Paquito”. 

El problema surgió cuando la policía pidió llevarse el sobre y el albarán que había traído el mensajero, por si podría arrojar alguna pista sobre lo sucedido. Ramón y Javi se enzarzaron en una discusión legalista, como si hubieran visto demasiadas películas de periodistas: Que sí, que no, que es material confidencial periodístico, que si el gabinete jurídico, que si no tenemos de eso, que si Juan el picapleitos, que si hay que colaborar con la Ley, que no se revelan las fuentes de información...

Los policías, aburridos de la discusión dijeron que ya vendrían con una orden judicial si hiciera falta y se marcharon sin más, para recabar información en otros despachos de aquel edificio de oficinas y por último a inspeccionar la azotea.  

-¿A cuento de qué os ponéis tiquismiquis con la Policía? –dijo Anita poniendo los brazos en jarras y mirándolos a los dos- Ni que esta mierda fuera el New York Times.

-Por el casco –dijo Ramón lacónicamente.

-Porque este es un gilipollas y le gusta hacer de “periolisto” –comenzó a decir Javi cambiando de tema a la velocidad del rayo-. ¿Y qué cojones es eso del casco?

-¿Has visto a muchos suicidas tirarse desde una azotea con el casco puesto?

-O sea que lo han tirado desde la azotea... lo que hay que oír, qué flipado que estás... –contestó Javi mirando al techo.

-Y además preguntó por mí... y no tengo ni idea de si lo conozco o no... Y el albarán no puede ser más falso.

-¿Y qué? Vamos a ver qué tiene el sobre y ya está.

-¿Es que nadie lo ha abierto? De verdad, vaya par de “pasmaos”... –dijo Anita cogiendo el sobre con decisión y sacando del mismo varios recortes de prensa antigua.

-Genial, nuevo “Guatergueit” en la redacción... recortes de prensa del año de la polca... Un juicio. Una información amarillista sobre actividades de los servicios secretos europeos. Un recorte de la CIA de 1980... Un militar a juicio por un accidente en un campo de tiro. Y una fotocopia de una llave pequeña –Javi desgranó despectivamente el contenido del sobre, tirando los recortes de prensa sobre la primera mesa que encontraba.

-Bueno, pues habrá que leerlo y si no es nada se tira o se le da a la Policía... De todas maneras, para qué me ha traído esto ese mensajero y qué hacía en la azotea.

-¿Y la moto? Porque vendría en moto, ¿no? –dijo Anita dirigiéndose a la ventana.

 

***

 

-Julián Cortina Blanco, 37 años, mensajero de N.M.N. desde hace diez años. Ningún problema en el trabajo. Divorciado. Ahora hay un patrullero yendo a su casa –dijo el policía mirando en su móvil los datos que tenía del accidentado-, de momento eso es lo que tenemos, doctor... ¿Y ahí cómo va la cosa?

-Está en quirófano ahora... hay para rato. El casco le ha salvado un poco pero... la espalda, no sabemos, la columna, ya veremos –dijo el doctor repasando rápido la hoja de ingreso y las pruebas de urgencia que se le habían practicado-, dos brazos rotos, cadera rota, una pierna con fracturas multiples y la otra bastante bien en comparación, claro. Cuando salga del quirófano el doctor Gámez les dirá más.

-Gracias, doctor.

-Supongo que querrá copia del informe. Menuda guardia me ha tocado hoy. Parece el día de las muertes raras.

-¿Y eso? –preguntó el policía mirando el ajetreo normal de un hospital de esas características.

-Nada, no me preste atención, estoy cansado de la guardia... deme un par de horas y le redacto un informe preliminal, a ver si consigo terminar el turno con tranquilidad.

-Gracias. 

-Ah, querrá la bolsa con sus pertencias, supongo...

-Claro.

-Tenía un papel arrujado entre las manos, va dentro de la bolsa con la ropa, metido en una bolsita pequeña...  

-Bueno, ya lo miramos nosotros.

***