50 por ciento (Parte 1)

4 de febrero de 2023. Hace 3 meses que los aero taxis de conducción autónoma son una realidad y operan con relativa normalidad. Son vehículos sin conductor que sólo necesitan saber dos cosas para hacer su trabajo: dónde te tienen que recoger y a dónde quieres ir. Y lo mejor de todo es que te llevan volando.

El aero taxi con número de licencia 8473974949A, al que por comodidad llamaremos TAXI A, viaja un hombre barbudo, flaco y con aspecto de vagabundo, cuyo nombre no es relevante, y al que por comodidad llamaremos EL BARBUDO.

A una distancia de 1 kilómetro y 400 metros y avanzando en la misma dirección pero sentido contrario, se acerca el TAXI B, cuya ocupante es una joven promesa del sector bancario con un ligerísimo sobrepeso que se esfuerza en disimular. A esta ocupante la llamaremos LA PROMESA.

La probabilidad de que dos aero taxis de estas características sufran una parada de motor simultánea en el mismo tramo de autovía volante es de una entre 2 billones. Así que se puede decir que les tocó la lotería, pero la mala, porque esto es exactamente lo que sucedió.

El Sistema Aútonomo de Control de Tráfico Aéreo, al que llamaremos por su siglas SACTA, registró automáticamente la incidencia y 0,0000000001 segundos después lanzó un dron autónomo de rescate para que salvase a uno de los aero taxis. Y ese era el problema, que sólo podía salvar a uno, ya que el sistema de rescate estaba diseñado con una relación coste-eficiencia que dejaba un suceso tan improbable como este muy lejos de sus parámetros.

Así que el DRON alcanzó velocidad supersónica en 0,3 segundos según trayectoria de intercepción calculada por SACTA y se lanzó en pos del TAXI B, ocupado por LA PROMESA.

Mientras tanto, EL BARBUDO había entrado en pánico a la vez que experimentaba una notable ingravidez, fruto de la caída libre de su nave.

Continuará...