Mientras que Estados Unidos muestra un serio declive, externo pero también interno –antes de la caída de Kabul asistimos a la caída del Capitolio–, China muestra más que una curva ascendente, no exenta de problemas, algo mucho más importante: una dirección. No se trata tanto de comparar indicadores económicos entre las dos potencias, capacidad militar, influencia diplomática, vigor comercial, estabilidad interna o legitimidad institucional, puntos, todos ellos, donde la balanza empieza a decantarse por el lado chino...