¿Hasta cuándo se va a seguir permitiendo que un partido como Vox, que se autodenomina defensor de los valores democráticos, siga siendo un pozo negro de antidemocracia y sectarismo? La dimisión de Rocío Monasterio es el último ejemplo del caos interno que reina en un partido de ultraderecha que nunca tuvo verdadera capacidad para construir, solo para destruir.
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