Se coge un cilindro hueco, esto es, un tubo o canuto. Se impregna uno de sus extremos en tinta, carbonilla, ceniza, arcilla o cualquier otra sustancia que tiña o tizne. Se presiona el extremo embadurnado del tubo contra una superficie lisa y, a ser posible, porosa —como, por ejemplo, una hoja de papel—. Se retira el tubo con cuidado y se comprueba que, sobre la superficie lisa, se ha estampado la circunferencia del cilindro. A ese proceso se le llama "hacer la O con un canuto" y es un trabajo de lo más sencillo. De ahí que, para aludir a la torpeza de una persona, se resalte que ni siquiera eso sabe hacer.