Estos días las redes sociales chinas han ardido con el caso del español deportado por montárselo en público con una china. Todo ocurrió en Chengdu, ciudad en la que he residido hasta hace apenas unos días y de la que guardo un muy buen recuerdo, aunque no sé si los chengdutarras podrán decir lo mismo de los llegados de Iberia. Ya llevábamos una racha bastante buena desde el monólogo de Julían López y el “cállate, puto chino” de Froilán; demasiado larga y tranquila para ser verdad.
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