Rakus tenía una profunda herida. Aunque no presenciaron la pelea, los observadores en el terreno creen que fue el resultado de la bronca a gritos de la mañana. Tres días después observaron una conducta nueva: Rakus arrancaba hojas de F. tinctoria y, después de masticarlas un rato, sin tragárselas, aplicó su jugo sobre la herida. Poco después, cuando las moscas se cebaban con la llaga abierta, volvió a masticar nuevas hojas hasta hacer un emplasto con el que cubrió de verde toda la úlcera.