En el año 1973 la erupción de un volcán en la isla islandesa de Heimaey causó una gran crisis en la isla y casi condujo a su evacuación permanente. Las cenizas volcánicas cayeron sobre la mayor parte de la isla, destruyendo muchas casas, y un flujo de lava amenazó con cerrar el puerto, la principal fuente de ingresos de la isla a través de su flota pesquera.
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