El ayuntamiento de Manacor fue el promotor de un puente que se inauguró en 2004 pero que tuvo que ser demolido 8 años más tarde. La construcción y el derribo costó a las Administraciones casi 2 millones de euros. El puente, que desde el punto de vista de la movilidad seguramente aportaba soluciones al tráfico, fue un despropósito desde el punto de vista ambiental (prácticamente se metía en los balcones de las casas) y urbanístico.
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