Obviando los peligros y peculiaridades de encontrarnos ante un blockbuster franquiciado con una marca popular a sus espaldas y la votación indiscriminada —a favor o en contra— que esto puede acarrear, la diferencia es lo suficientemente notable como para dejar entrever una problemática que va más allá de gustos, filias y fobias, y que podría estar subrayando el declive de la crítica de cine... o lo que queda de ella.
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