El sistema colonial europeo fomentó los zoos humanos, que exhibían nativos africanos, asiáticos o americanos. Las razones eran las mismas que las de los actuales zoos para animales no humanos: exotismo y espectáculo, descubrimiento de otras formas de vida, ciencia e investigación. La realidad de los zoos es la de animales deprimidos, desquiciados, confinados, seres a los que se ha robado sus hábitats y, además, su libertad, su dignidad, su intimidad.
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