Las cimas de la montañas del Escudo de la Guayana eran hasta ahora uno de los pocos ambientes vírgenes que quedaban en el planeta. La forma de estas montañas, mesetas tabulares delimitadas por altos acantilados conocidas cómo tepuys, había favorecido el aislamiento de las comunidades naturales en su parte superior. Tan aisladas están sus cimas, que el escritor Arthur Conan Doyle ambientó su novela El Mundo Perdido en el tepuy Roraima (compartido por Venezuela, Guyana y Brasil), uno de los pocos a los que aún se permite el acceso de los turistas
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