Más allá de los análisis sobre avances, retrocesos o descalabros del 21-D, hay una evidencia que las fuerzas políticas no deberían obviar: el triple mensaje que las urnas han lanzado tanto a tirios como a troyanos. El primero es para el PP y sus acompañantes en la torticera interpretación y aplicación del 155. No ha servido para nada. El independentismo resiste, demostrando que el problema no se resuelve con jueces ni policías. El Gobierno y las demás fuerzas políticas están obligados a dialogar y a ofertar un proyecto constitucional...
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