Hemos entrado en España en una fase hasta ahora desconocida en la lucha contra la corrupción. El foco mediático y emocional del votante no está puesto en la supuesta irregularidad que se pudo cometer, sino en quién ha filtrado esa irregularidad y con qué intención deshonesta lo ha hecho. Como si expulsasen de clase al alumno que le dice al profesor que un compañero está copiando. Expulsado por chivato y por sembrar división en el aula.
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