Masaji Ishikawa era hijo de un coreano y una japonesa que emigraron a Corea del Norte seducidos por la publicidad de la nueva utopía que se estaba poniendo en marcha. Se les aseguraba tierra, hogar y educación para los hijos. En sus memorias, el autor narra cómo al llegar les asignaron una infravivienda y la situación se fue degradando hasta extremos inconcebibles con las hambrunas de los años 90. Masaji logró huir, pero al final de su vida, admite que hubiera preferido quedarse porque allí al menos tenía a sus familiares.
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