ETA ha dividido sus zulos, en los que esconde armas y explosivos, en dos clases: los que se podrían denominar «muestrarios» y los que son realmente operativos y esconden los artefactos, pistolas, revólveres y fusiles, que les interesa mantener en su poder como elemento de chantaje y presión. En estos últimos es donde ocultan el dinero, más que suficiente, con el que la organización criminal sobrevive sin ningún tipo de penuria económica y que, según expertos antiterroristas consultados por LA RAZÓN suponen que han recibido ingresos