Si consideramos a Gaga como lo que es, es decir, una criatura de los medios de comunicación que sólo existe en las portadas, en las radios y en el Facebook, y que vive además a años luz (no sé si hacia delante o hacia atrás) de un público al que supuestamente adora, la moraleja de manual de auto-ayuda que nos quiere vender se revela como una estrategia pobre y vulgar que incluso puede llegar a restar valor a lo que ha logrado en tres años de reinado.