Ya existen suficientes engendros creados con inteligencia artificial generativa para llenar quinientos museos del horror. Los IA-Bro ya pueden empezar a llamarme neoludita o cualquier otra pamplina de esas, pero esto sólo puede calificarse de mierda. Me apuesto cualquier órgano vital a que si la agencia de las cosas culturales de la junta hubiera encargado y recibido este trabajo como pieza final, ni lo hubiera aceptado, ni pagado, ni mucho menos publicado.