Òlafur Arnalds nos ha dejado a todos con el corazón acelerado y la cabeza repleta de ideas. Yo no se tocar el violín, ni el piano, y no puedo evitar sentirme inepto ante tal demostración de genialidad. Hoy es el primer día, gracias a él, que puedo escribir que todo esto ha valido la pena. Hacer las maletas y venir aquí apresuradamente para sufrir con cada palabra. Y por eso, Hoy, me apetece contaros lo que he vivido, junto con Ella, estas primeras semanas de erasmus en Eindhoven. Os pido, eso sí, una lectura pausada, con puntos y comas.