Hace no demasiados años, toparse con un vegetariano en España era casi tan raro como conocer a un bosquimano, un monje shaolín o una transexual lesbiana. El vegetarianismo sonaba a rareza de guiris, jipis o naturistas excéntricos que, por algún motivo ignoto, habían decidido no comer carne. En la actualidad, la situación ha cambiado... en parte. Hay más personas que toman la libre decisión de alimentarse sólo con vegetales, huevos y lácteos, sea por motivos éticos, por cuestiones de salud o por ambas cosas. Ya no se les ve como bichos raros...