“La primera vez que me aplicaron descargas eléctricas, me quedé sin respiración, el cuerpo se me puso rígido y la bolsa se me salió de la cabeza”, relató Israa Salah, una detenida iraquí, a Human Rights Watch (HRW) en un testimonio desgarrador dado a conocer la pasada semana. Israa, que no es su nombre real, fue arrestada por las fuerzas estadounidenses e iraquíes en 2010, según el informe de 105 páginas “Nadie está a salvo" de HRW publicado el 6 de febrero.