La luz es esencial para la vida. Los seres humanos, con nuestro cerebro eminentemente visual, además, la necesitamos para comprender el mundo que nos rodea. Sin embargo, desde que aprendimos a tiranizarla con la invención de la electricidad, nos hemos convertido en girasoles ciegos que vagan desorientados en el transcurso de los días y las noches. Cabe preguntarse entonces si en un mundo lleno de sombras y espejismos, lograremos alguna vez atravesar el túnel y atrapar de nuevo su luminoso final.