Nietzsche languidecía poco a poco mientras perdía la razón. Su hermana, una feroz antisemita llamada Elisabeth Nietzsche, que nunca había valorado la obra de este, no dudó en sacar provecho de la fama del filósofo. Ambos jamás se habían llevado bien. Nietzsche conocía el poco aprecio que recibía de su hermana, despreciaba su declarado antisemitismo, y esta, a su vez, tomaba a este como a un hombre delirante. Poco antes Elisabeth había contraído matrimonio con Bernard Förster, racista declarado y furibundo nacionalista alemán.