A resultas de los recientes sucesos en Estados Unidos, los activistas antirracismo han exigido cambios en muchos monumentos del país. Rechazan, por ejemplo, las estatuas de figuras como Colón o Washington, entre otros. A su vez, múltiples compañías privadas han alterado, matizado o suprimido el contenido de sus ofertas para no soliviantar a cierto sector de su público. No se diferencia apenas de lo que estos años pasados ha sucedido con movimientos como el
#metoo. Pero, ¿sirve todo esto para algo? Lo dudo mucho. Veamos por qué.
