La ironía y el cinismo son a veces la única manera de justificar lo injustificable: ¿cómo defender, aunque sea indirectamente, a Rusia, a Assad o a Maduro? Es mejor el ironismo cínico. Entra mejor una broma comparando el autoritarismo de Maduro con el de Rajoy, o la cobertura mediática de Venezuela o Siria, que una reflexión crítica que ofrezca una relato alternativo a partir de pruebas. A veces no es solo que vende mejor, sino que no hay nada más que ofrecer.