Durante la depresión la imaginación para conseguir comida, carbón, calzado… y ropa. Siguiendo una práctica nada extraordinaria en el mundo rural donde todo se suele aprovechar, las madres de las ciudades comenzaron a convertir los sacos de harina o pienso en vestidos para sus hijas. Con unas tijeras y algo de costura, aquellos ásperos sacos se convirtieron en las únicas prendas de vestir de las niñas. Algunos productores de harina, piensos o semillas, decidieron aportar un poco de color y comodidad en aquellos improvisados vestidos.