No encontramos sino por doquier pruebas la convicción, absolutamente generalizada en el XIX y después–, de que la piedad católica no hacía sino imitar con descaro el viejo politeísmo idolátrico de la época bárbara, podía ser puesto en relación con algo que los "científicos" constataban y que presentaban como incontestable: que este estilo religioso que los católicos se empeñaban en mimar y hacer sobrevivir, giraba exclusivamente en torno a divinidades femeninas poderosísimas...