Aquí es donde percibimos la violencia de un sistema que condena al hambre en un mundo donde abunda la comida, que expulsa a la gente de su casa, cuando hay miles de viviendas vacías, que nos excluye de la sanidad y de la educación pública, mientras aumentan las inversiones en el ámbito privado. A menudo, desde los medios de comunicación y del poder, se señala la violencia de aquellos que protestan en la calle, de quienes ocupan bancos, pisos vacíos, escuelas, supermercados, hospitales… pero estos tan solo reivindican una democracia de verdad.