En el verano de 1598, una flota de cinco barcos holandeses partía hacia América del Sur. 19 meses más tarde, tras soportar tempestades, ataques y deserciones, el único navío superviviente atraca en Japón con una tripulación diezmada y moribunda. William Adams, el piloto del barco, seduce a los gobernantes nipones con sus conocimientos de navegación y construcción naval. Y, poco a poco, se enamora de la cultura del País del Sol Naciente.