La Iglesia no interviene en lo que Dios ha dejado a la disputa de los hombres. (…) Entonces ya nadie ha podido recriminar a la Iglesia porque se halla abierta y oficialmente pronunciado a favor del orden contra la anarquía, a favor de la implantación de un orden jerárquico contra el disolvente comunismo, a favor de la defensa de la civilización cristiana y sus fundamentos, contra los sin-Dios y contra Dios. (...)