No imitaron a los nazis cuando enviaron a la hoguera de la «vergüenza» miles y miles de libros requisados y calificados de obscenos y dañinos. Estos hombres y mujeres hicieron justo lo contrario: salvaron toneladas de ejemplares de la destrucción (el edificio conservaba medio millón de títulos entre libros y periódicos) cuando se embarcaron en el titánico esfuerzo por recuperarlos entre los restos de un incendio.
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