Un año después de que el Gobierno danés tomara la polémica decisión de sacrificar a todos los visones del país para combatir una nueva cepa de coronavirus, la primera ministra, la socialdemócrata Mette Frederiksen, afronta una difícil situación por la que ella misma pidió disculpas entre lágrimas meses después. Ante el aluvión de críticas desatadas tanto dentro como fuera de Dinamarca, el Parlamento danés creó una comisión de investigación para evaluar la actuación del Ejecutivo.
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