Ocurre que es imposible, definitivamente imposible, para el hemisferio occidental de Europa renunciar de grado al gas y petróleo rusos. Y puesto que es imposible, no sólo se lo seguimos comprando, sino que también concedemos abonar el precio en rublos, tal como ellos nos exigen. ¿Cómo iba a andar tan disparada la cotización del rublo si no fuera porque todo el mundo le está pagando en su propia moneda a Putin a cambio de un suministro de energía básica irrenunciable, cueste lo que cueste?
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