Los robots vigilan a las limpiadoras del hotel, diciéndoles qué habitación limpiar y controlando con qué velocidad lo hacen. Administran a los desarrolladores de software, monitoreando sus clics y rebajando su paga si trabajan muy lentamente. Escuchan a los trabajadores de las centralitas telefónicas, diciéndoles qué decir, cómo decirlo y manteniéndolos constantemente ocupados. Mientras pensábamos en el horizonte futuro de los camiones sin conductor, los robots han llegado en forma de supervisor, de capataz o de gerente intermedio.
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