No un cenicero cualquiera, sino el que Salvador Dalí diseñó para la aerolínea Air India en 1967, no exactamente a cambio de un plato de lentejas. El artista ampurdanés pidió como minuta “un bebé elefante”. “Y 100.000 dólares”, añadió como una flecha Gala, la musa de avida dollars. Los ejecutivos hindúes tardaron unos segundos, solo unos segundos, en darse cuenta de que aquello no era broma. Y apenas unas décimas suplementarias en darse cuenta de que era un magnífico negocio y en cerrar el trato.
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