Unos “perro flautas” de repente se ponen a arengar acerca de que todo hijo de vecino debería recibir una renta fija pagada por el estado. Así, por la puta cara, sin realizar contraprestación alguna. Sin embargo, luego empiezas a darle vueltas a las cosas y descubres que no se trata de una idea tan descabellada como pensabas, y que incluso tiene su lógica. Y más aún: que seguramente estamos abocados, si no a implantarla en un futuro próximo, al menos a considerarla muy seriamente.
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