Parecía la escena de un crimen: el cadáver de un niño degollado y de una mujer, a la que le sacaron el corazón, estaban tirados a lado y lado del sarcófago, tallado en una sola pieza de piedra, de 2,40 m de largo por 1,18 m de ancho. Además de jade, los huesos, piedras y conchas de mar que había dentro estaban cubiertos por un polvo rojizo -cinabrio, un mineral tóxico compuesto por mercurio y azufre, usado para conservar los restos humanos- que hizo que la mujer que había sido enterrada allí hacía 1.346 años fuese apodada "La Reina Roja".
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