Los pescadores en la pequeña aldea de Inga se encontraronuna sorpresa cuando faenaban frente a las costas de Noruega. Una pequeña ballena blanca nadaba entre los barcos mordiendo las cuerdas y aparejos de pesca. Lo más raro aún estaba por llegar. El animal llevaba puesto un arnés. En la década de los 80, la marina rusa abrió un programa de investigación que buscaba entrenar mamíferos marinos como delfines y belugas con fines militares. En uno de los broches de plástico del arnés se podía leer “Equipo de San Petersburgo”.
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