El médico analista Atiliano Feijoo Santos tuvo que ejercer su profesión en uno de los peores momentos. No solo por la cantidad de pacientes que llegaron a sus manos, sino por las extremas condiciones bajo las que realizó su trabajo. En 1937, aquel respetado profesional atendía en los manicomios de Bermeo y Zaldibar, dos localidades de Bizkaia. Cuando entraron los franquistas, fue obligado a demostrar que no era rojo ni separatista. De lo contrario, sería despedido de manera fulminante.
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