Europa se proclama líder de la transición hacia una economía verde mientras sigue comprando oro procedente de las minas ilegales brasileñas que están devastando áreas gigantescas de la Amazonia. Este “oro de sangre” –responsable ya de la muerte de decenas de indígenas en la comunidad Yanomami, a manos de mineros ilegales (garimpeiros)– se destina principalmente a Suiza, Italia y Londres, pero también puede acabar en España.
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