En los anales de las peores atrocidades médicas cometidas en Occidente quedarán grabados este oscuro capítulo en el que se está dañando la salud de niños sanos en nombres de supuestos problemas de identidad de género promovidos por adultos irresponsables. La corrección política y el miedo a ser quemados en la hoguera de la transfobia están avalando la prescripción de tratamientos experimentales y cirugías irreversibles solicitadas después de un autodiagnóstico.
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Y los bloqueadores de pubertad llevan mucho tiempo dándose a críos sin problemas. Pero claro, eran niños cis, la gente sólo se preocupa cuando son niños trans. Porque en realidad lo que les preocupa no son los niños.
La irreversibilidad de las operaciones es otro mantra. Menos del 1% se arrepienten, una cifra un nivel de magnitud por debajo del 15% de arrepentiemiento por cualquier otra cirujía del mismo calibre.