Los primeros en abrir los ojos sobre lo que estaba ocurriendo fueron los fiscales de Bari y Nápoles. Era el año 2003. Desde las fiscalías de estas dos ciudades italianas salió a la luz una orden de captura contra Milo Djukanovic, entonces primer ministro de Montenegro. Tras años de informes e investigaciones, la acusación era seria: el haber creado, gracias a su posición y contactos, una organización criminal para contrabandear cigarrillos desde este diminuto estado balcánico a Italia.
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