En el caso de la llamada depresión posvacacional, parece que han sido los medios de comunicación los responsables de acuñar el término sin considerar por un momento las posibles consecuencias sociales e individuales de ello. Esto es, la innecesaria medicalización de una situación completamente normal que mejora por si sola en unos cuatro o cinco días, cuando el trabajador se hace de nuevo al ritmo laboral. A la depresión posvacacional yo la llamo, simplemente “estar jodida porque se me han acabado las vacaciones.”
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